
Hace días que le estoy dando vueltas a un tema. Intentando escribir a ratos libres que tenía en el trabajo y en casa, al final he acabado dejándolo a parte para empezar de nuevo aquí. El protagonista de hoy son "los secretos". Para seguir con la dinámica de mis escritos, que según creo recordar Betty M. los definió como "escabrosillos", me dispongo a divagar (lo justo y necesario) sobre el tema.
Empezando por la palabra en si, ya con solo nombrarla nos impacta. Parece mentira como una simple sucesión de sílabas a las que nosotros les ponemos significado les podemos atribuir tanta importancia. Los secretos, aquellas cosas, conocimientos, experiencias que nosotros hemos vivido, o que se nos han confiado, adquieren más importancia por no ser de carácter público. Estas cosas que solo sabemos nosotros, o quizás un mejor amigo o la pareja, nos despiertan dos sentimientos enfrentandos. Primero, la emoción de saber que has hecho o que sabes algo que no le quieres contar a la persona que tienes en frente y luego, el pesado sentido de la prudencia y la vigilancia constante de no dejar escapar ninguna pista que pueda dejar al descubierto tu "fantástica" tapadera que te has montado. Pero es ahora cuando me pregunto; ¿hasta dónde llega el secretismo? y ¿hasta dónde nos pueden influir, ya sea para bien o para mal?.
Como ya he dicho, hay dos tipos de secretos, los propios y los de los otros. Los primeros son los que, a decisión nuestra, hemos decidido ocultarlos al mundo por las razones que en su momento hayamos decidido. Estos son los que nos hicieron elaborar en su tiempo una historieta para ligar con corrección la "trola" creada para tapar tal suceso. Y los segundos, los que no son nuestros, pero que no por ello nos merezcan menos atención, son los que nos hacen trabajar esa cabecita que tenemos en busca de el oscuro pasado de esa persona. Ya sea el secreto que sea, al no saberlo nos provoca una gran curiosidad. Dependiendo de lo interesados que estemos en saberlo podremos actuar de diferentes formas. Si nos gustaría saberlo, pero a la vez nos da igual, intentaremos sonsacar la información de forma sutil y entre risas (a ser posible) al enmascarador en cuestión. Pero si por lo contrario, deseamos conocerlo y tenemos la necesidad de saberlo, podemos actuar de diferentes formas (las cuales no voy a citar por posible intento de culpa a mi persona).
Pero una vez visto esto, ¿hasta dónde llega el límite de contar o no un secreto?. Es evidente que todos tenemos derecho a esa intimidad que tanto proclamamos y defendemos, pero ¿eso vale para todos?. Un secreto lo es a decisión propia, es decir, somo nosotros quienes catalogamos ese conocimiento, ese acto del cual no nos sentimos del todo orgullosos, ya sea por humillante o vergonzoso, en la estantería del fondo titulada "TOP SECRET". Pero desengañémonos, lo hecho, hecho está. No digo que tengamos que proclamarlos a los cuatro vientos, no lo vería coherente, si no que ¿por qué no compartirlos con quienes lo merecen de verdad?. Está claro que no seremos nosotros mismo quienes demos el primer paso, pero ¿y si alguien lo da por nosotros?.
Cuando estás en pareja siempre se ha dicho que lo principal es la confianza. Tú quieres a alguien y como tal, te entregas al completo. Compartes tu vida con otra persona, tienes la intención de pasar la vida con ella, pero ¿a caso no es una falta de confianza el no contárselo?. No estoy diciendo que tengamos que hacer una regresión a nuestro pasado escabroso, haciendo una lista con los secretos que escondemos para luego contárselo, pero qué pasa cuando quien quieres se interesa por ello. ¿no merece saberlo?.
Como siempre, y más cuando escribo, pienso en mi utopía. Divago sobre lo que me gustaría y os lo cuento. Así que sin más, me retiro a mis quehaceres y os dejo aquí, quizás pensado en ello, o quizás tecleando en la barra navegadora el youtube en busca de algún vídeo de moda.


2 comentarios:
En mi opinión diferenciaría:
- Top Secret (te lo podría contar pero tendría que matarte)
o bien,
- Secretillo encubierto por una mentirijilla piadosa. Esos "secretos" encubiertos por una mentira piadosa, porque sabemos que no tienen ninguna importancia/ signficativo o mala intención pero que nuestra pareja podría elevar hasta el infinito y más allá.
En definitva, al final, todo es como tirar la basura, sino lo haces a diario, se amontona y luego es mucho más desagradable tirarla con ese hedor a pudredumbre. Otro tema escabrosillo...
Betty M. (presidenta de tu club de fans)
Estoy bastante de acuerdo con lo que ha dicho Betty M. Hay "secretillos" que simplemente son cosas del pasado que no cuentas a tu pareja porque sabes que podría exagerarlas (y más si ya tiende a montarse sus películas de por sí).
También hay otros que se deben a nuestra debilidad como humanos, en plan "te he mirado los mensajes del móvil sin tu permiso" y cosas así, que si se contasen a diario desgastarían mucho la relación.
Pero lo bonito en la entrega es ser sincero y conocer bien al otro. En el momento en que sabes que lo poco que pueda ocultar tu pareja, por lo dicho anteriormente, no tiene la menor importancia, habrás (habréis) dado un paso importante.
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